lunes, 29 de marzo de 2010

3-4. Galones de campeón

Extraño partido el que se vivió en la tarde del Sábado en el Pabellón de la Romareda. Cuando un equipo se está jugando el ascenso, cuando el rival se presenta con un solo cambio y no se juega nada, cuando te adelantas por dos veces en el marcador, cuando tienes a toda tu afición en el campo, cuando parece que las cosas van a ser coser y cantar antes de empezar el partido... se puede ganar, pero a veces eso puede no ser suficiente. De hecho, dependiendo a quien tengas delante, no es suficiente.

A este equipo le da lo mismo jugar con cinco que con diez, con lluvia que con frío, en la Romareda o en el Británico. Al Danzig se le puede ganar por juego, se le puede tumbar por golpes, se le puede golear si tiene una mala tarde, pero en esta competición que es la Liga Delicias, al Danzig todavía se le trata de usted. Chamakas se presentó en el campo con 42 puntos y el ascenso en la mano y se marchó con 42 puntos.

Con seis jugadores y la lección muy bien aprendida del encuentro anterior llegaban al campo los albicelestes. Dormir el partido, no perder la calma si se encajaba algún gol, defender como leones y jugar con inteligencia como propuesta para desesperar al rival. Posiblemente Chamakas tenga más toque y juegue más rápido pero, cuando llegan los minutos de verdad a los albicelestes les sobra oficio y determinación para volcar el partido.

El partido empezaba frío, impreciso, sin ocasiones. A los pocos minutos, y en una falta al borde del área, Chamakas se adelantaba, celebraba y parecía que aquello iba para goleada. Pero nada más lejos. El Danzig nunca pierde los nervios y, en la siguiente jugada, Eduardo remataba un corner de cabeza al fondo de las mallas. De alguna manera, el partido se empezaba a salir del guión, algo no cuadraba. Los albicelestes se sonreían, marcaban los tiempos y rotaban disciplinadamente. Chamakas dominaba, pero apenas tiraba a puerta. Danzig, en su línea, jugaba vertical y bombardeaba la portería contraria, esta vez sin acierto, desde cualquier parte del campo. Con pocas ocasiones y cierta preocupación en las filas amarillas se llegó al descanso. A respirar y a poner las cosas en claro.

No cambió demasiado el partido en la segunda parte. Chamakas salió dispuesto a resolver y, en una transición aparentemente intrascendente, se ponía de nuevo por delante. La desmesurada celebración del tanto en el campo y en la grada tocó el orgullo de los albicelestes; con un cuarto de hora por delante, era hora de tirar de galones y morir matando. Eduardo (otra vez imperial) robaba el balón y abría para Óscar. A éste le da igual defender a un contrario, que golear que asistir, porque todo lo hace bien. Óscar asistió para Álfonso. A éste también le da igual. Dos quiebros del superteacher pusieron a los suyos al borde del infarto y al portero contrario en el suelo para, a renglón seguido, empujar mansamente el balón a la red. El partido se rompió y pocos minutos después, César, que enorme final de temporada, subía la banda izquierda con fuerza y cruzaba el balón poderosamente lejos del meta rival, poniendo el 2-3.

El Danzig ya había demostrado que no venía de invitado y se dispuso a defender su renta hasta el final. César, Alfonso y Óscar apretaban bien arriba para no dejar salir, mientras Eduardo y Alberto (otra demostración de despejes a la viga) la descosían cada vez que la pelota cruzaba el centro del campo. Así y todo, quedaba tiempo para dar algún susto. Chamakas se desquiciaba. Al Danzig no le temblaba el pulso para cortar el juego y gastó las diez faltas que permite el reglamento. Sin embargo, a la salida de un córner, un barullo en el área significaba el empate a tres. El pabellón se vino abajo. Gritos, alegría.... quedaba muy poco y los albicelestes se la jugaron a todo o nada. Alfonso provocó una falta al borde del área, muy centrada, pero Alberto la envió fuera. Chamakas empujaba y parecía que iba a ganar pero fue Eduardo quien, de nuevo de cabeza a la salida de un córner, rompiera el marcador en el último suspiro, haciendo callar a toda la concurrencia. El equipo, hecho una piña estalló de alegría. Por los que estaban y por todos los que faltaron y seguro estaban empujando en la jugada fatídica. A lo largo de la temporada, este equipo ha dado varios sustos a los equipos de arriba y al fin la suerte nos dió la cara y se lograba un más que merecido triunfo. Chamakas no debe decepcionarse, puesto que, con toda probabilidad, logrará el ascenso en la próxima jornada con todo el merecimiento. Los albicelestes, por su parte, aun pueden soñar con la cuarta plaza dependiendo de lo que haga Ortelanos. Con esta actitud, todo es posible. Por que yo soy español. Porque yo soy de Almazul...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

tremenda prosa primo, cada dia molan mas tus cronicas. oscar un apunte, creo que llevo 7 goles en vez de 8 que me has puesto.
farrukel

Borat Segundo dijo...

Los pelos como escarpias...