Derrota albiceleste en el duelo fraternal ante el Inter de Millán. Es complicado jugar al fútbol sala cuando no hay balones, es complicado cuando se juega tan desordenado y es complicado cuando el colegiado no da ni una; dicho esto, unos pasaron un buen rato y los otros las vieron venir.
Con un solo balón en muy malas condiciones para jugar, los verdes hicieron una mejor lectura del partido. Disparar a puerta desde cualquier posición y sálvese quien pueda en defensa. Así las cosas, con los albicelestes de merienda, el encuentro empezó en una especie de histeria colectiva en la que el balón iba de una portería a otra sin orden ni criterio. La suerte estaba de los verdes quienes, pasado el ecuador del primer acto, y sin haber hecho prácticamente nada, mandaban por un más que concluyente 1-6 en el marcador.
Los albicelestes pidieron tiempo muerto. Como casi siempre en estos casos, no sirvió para casi nada; en ocasiones se trata de buscar soluciones y no responsables. No obstante, el equipo se puso las pilas y recortó diferencias, llegando al descanso con 2-6.
A pesar de lo abultado de la derrota, el escaso acierto de la defensa rival hacía creer que había opciones. Así, el equipo dejó la cesta y el bocadillo en el banquillo y salió enchufadísimo al campo en la segunda mitad, poniendo el tercero y el cuarto rápidamente. Aún tuvo César el quinto en las botas, pero la pelota no quiso entrar; en medio del acojono colectivo, y de nuevo tras una jugada muy desafortunada, el Inter ponía el 4-7. Apenas se había sacado de centro y ya había caído el octavo. O sea, que no había manera. No tocaba ganar y no se ganó. Sí se pudo maquillar el marcador hasta un honrosillo 7-9 (si se tiene en cuenta el lamentable inicio). Diego en tres ocasiones, Alfonso en dos, César y Eduardo pusieron los goles por los albicelestes. Al final, desfondados los unos y los otros, ya no quedaron fuerzas más que para tomar unas cervezas y brindar por un buen final de temporada. El equipo ha hecho un magnífico campeonato liguero pero, como en otras ocasiones, ha llegado muy justo al final. Queda un partido, ante Rebotaos, para tratar de terminar la temporada con buen sabor de boca y, al menos, maquillar algo la estadísitica.
Con un solo balón en muy malas condiciones para jugar, los verdes hicieron una mejor lectura del partido. Disparar a puerta desde cualquier posición y sálvese quien pueda en defensa. Así las cosas, con los albicelestes de merienda, el encuentro empezó en una especie de histeria colectiva en la que el balón iba de una portería a otra sin orden ni criterio. La suerte estaba de los verdes quienes, pasado el ecuador del primer acto, y sin haber hecho prácticamente nada, mandaban por un más que concluyente 1-6 en el marcador.
Los albicelestes pidieron tiempo muerto. Como casi siempre en estos casos, no sirvió para casi nada; en ocasiones se trata de buscar soluciones y no responsables. No obstante, el equipo se puso las pilas y recortó diferencias, llegando al descanso con 2-6.
A pesar de lo abultado de la derrota, el escaso acierto de la defensa rival hacía creer que había opciones. Así, el equipo dejó la cesta y el bocadillo en el banquillo y salió enchufadísimo al campo en la segunda mitad, poniendo el tercero y el cuarto rápidamente. Aún tuvo César el quinto en las botas, pero la pelota no quiso entrar; en medio del acojono colectivo, y de nuevo tras una jugada muy desafortunada, el Inter ponía el 4-7. Apenas se había sacado de centro y ya había caído el octavo. O sea, que no había manera. No tocaba ganar y no se ganó. Sí se pudo maquillar el marcador hasta un honrosillo 7-9 (si se tiene en cuenta el lamentable inicio). Diego en tres ocasiones, Alfonso en dos, César y Eduardo pusieron los goles por los albicelestes. Al final, desfondados los unos y los otros, ya no quedaron fuerzas más que para tomar unas cervezas y brindar por un buen final de temporada. El equipo ha hecho un magnífico campeonato liguero pero, como en otras ocasiones, ha llegado muy justo al final. Queda un partido, ante Rebotaos, para tratar de terminar la temporada con buen sabor de boca y, al menos, maquillar algo la estadísitica.
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