lunes, 22 de noviembre de 2010

4-2... y Korfax engrandeció al Danzig

"El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos"


El templo de la Liga Delicias tuvo la fortuna de ver un grupo de esforzados dando el alma en la tarde del Sábado; muy igualada se preveía la contienda ante un rival, el Cimballa, que contaba con 2 puntos más en la clasificación. Paquito, ausente por enfermedad dejaba el arco al cuidado de Alberto. Diez valientes dispuestos a matar o morir con tal de echar los tres puntos al zurrón.


A pesar del cuasi-habitual desorden ofensivo, no empezaron mal las cosas. El partido era de claro dominio albiceleste y las ocasiones no tardaban en llegar. Cimballa tocaba algo más el balón, pero con poco o ningún peligro. Fruto de este dominio, Al5, fiel a su costumbre, dejaba varios rivales sentados en el suelo para, con esa mirada que sólo los hombres del norte poseen, colocar el primero de la tarde con una ajustada vaselina. La cosa pintaba bien y las ocasiones se sucedían; no obstante, entre la mala puntería de unos y el acierto del arquero rival (de lo mejorcito de la tarde), el partido no se rompía. Como ya es habitual, el carrussel de cambios trajo el desconcierto defensivo y, llegando al descanso, y en una de las escasísimas ocasiones, Cimballa ponía el empate. 1-1 y todos a refrescarse.


Con Farruquin en la portería se iniciaba la segunda parte. Los albicelestes salieron muy dormidos y no habían pasado dos minutos cuando, en un barullo en el área, Cimballa se adelantaba en el electrónico. El tanto encendió definitivamente al Danzig; lanzados a por el partido, y sin abandonar el desorden habitual, se encerró al rival en su área. El numeroso público visitante apenas había celebrado el 1-2 cuando, en una buena jugada colectiva colectiva, Marcos (qué grande su partido) ponía un pase al hueco para que Alberto, completamente solo, empatara tras un buen zurdazo. Partido nuevo y la euforia cambiaba nuevamente de bando. Poco después, Alberto protestaba un balón dividido. Tarjeta amarilla. La segunda. Aquí nadie dice nada. El trencilla (trencillita en este caso) se encoge. No hubo roja

Dicen que los verdaderos hombres aparecen cuando de verdad se les necesita. El partido entraba en esa fase en la que se deciden las cosas. Los albicelestes, todos a una, generosísimo el esfuerzo, se rompían el pecho en pos del triunfo. Y entonces apareció. Fue una jugada algo tonta, como podría haber sido cualquier otra. Saque de esquina, rechace, balon muerto en línea de fondo. Presidente al rescate. Disparo sin ángulo. Pim, pam, pum. Se abre el cielo. Tres a dos. Orgasmo albiceleste. Diez hombres gritando gol como uno solo... cuánto amor. Qué bien todo, presidente.

El tanto agrandó a unos y deshizo a los otros. Cimballa se diluyó como azucarillo y el Danzig empezó a disfrutar del partido. El cansancio hacía mella y los cambios se sucedían, aunque en esta ocasión el esfuerzo solidario evitaba cualquier contingencia. César, faltando pocos minutos, la rompía desde fuera del área poniendo el cuarto.

No hubo tiempo para más; pitido final, abrazo de todo el equipo en el centro del campo, muchas cosas para mejorar y sobresaliente general en actitud y esfuerzo. El sitio de este equipo está mucho más arriba de lo que dice la clasificación. El próximo Sábado, de nuevo tres puntos en juego para continuar la escalada hacia puestos nobles.

2 comentarios:

Cesareo dijo...

Una crónica de nota, Grande Albertini, uno di noi!!!!

Anónimo dijo...

¿Como que jugada tonta? Si la bola entró por ahi fue porque korfax la quiso poner alli, asi es él, todos lo conoceis.